viernes, 23 de octubre de 2009

DROGADICCIÓN
La drogadicción es difícil de encarar, tal vez por esa tendencia que tenemos de "prendernos" de cualquier cosa en busca de seguridad, y finalmente terminamos esclavos de ella... o de nosotros mismos.

Para algunos, las drogas son un problema de gente de mala vida, el recurso de aquellos que perdieron las ganas de seguir buscando una razón para vivir, o nunca aprendieron a solucionar sus problemas.

Para otros "las drogas" son una diversión, un pasatiempo, una evasión, una moda, nada más. Por otro lado están quienes las ven como uno de los mejores negocios, y engañan a aquellos que por una u otra razón, nunca encontraron la manera de vivir en libertad.

Debemos unirnos en una proclamación de la verdadera libertad, de la libertad de espíritu. Ya sea ayudando a quien está esclavizado a las drogas, previniendo en nuestra familia, en las escuelas, en la sociedad, conociendo el problema y sus causas, y sobre todas las cosas... manteniendo nuestro corazón lo más cerca posible de Dios, quien nos enseña a vivir en libertad con el ejemplo de su hijo Jesucristo. ¿Aprendemos a vivir en libertad?

El problema de las drogas no es una cuestión que acabará de hoy para mañana. Existen muchos intereses de por medio que están en juego. Existe una batalla entre el bien y el mal que parece nunca acabar desde que se tiene conciencia de este mundo.

Y tal vez el problema de las drogas se trate justamente de una batalla. Una batalla donde debemos combatir el mal sembrando el bien, destruir el odio poniendo amor, poner esperanza donde existe desilusión, y mucha fe donde sólo habitan dudas.

El consumo de drogas puede ser prevenido a través del trabajo constante y profundo en el espíritu de la persona. Un cambio radical a partir de Jesucristo. Darle sentido a la vida volviéndola hacia su Creador.

Proponer un nuevo estilo de vida es la mejor prevención y la mejor forma de recuperación. Pero ese estilo de vida tiene que durar, valer, tener significado... es decir: venir desde Dios y apuntar hacia él. No es simplemente una cuestión de "dejar" la droga. Tenemos que poner algo que realmente valga la pena, en ese lugar que queda vacío, algo que trascienda, que tenga significado.

Es un desafío para todos nosotros aprender a vivir en libertad, y es posible, si entendemos que la vida tiene un sentido y que ese sentido lo da Dios por medio de Jesucristo.