lunes, 10 de agosto de 2009


Juzgar y ser juzgado
Nos encanta juzgar a las personas... utilizando solamente nuestro punto de vista.
Pero cuando pasamos por algún sufrimiento, ¿es eso lo que esperamos que hagan con nosotros? Por supuesto que no. Lo que esperamos y necesitamos es de un hombro amigo, de alguien que nos extienda su mano y nos ayude. Lo que necesitamos es de un amigo que se siente a nuestro lado y sienta con nosotros ese dolor. Necesitamos de consuelo y no de juzgamiento. Dios sabía muy bien de eso. Él, al mirar al ser humano, tuvo compasión. Él podía juzgarnos, y con toda razón condenarnos al infierno, pero prefirió ayudarnos y consolarnos enviando a Jesús.
Jesús es Dios viniendo hasta nosotros acogiéndonos y consolándonos. Jesús dio su vida para rescatarnos

“No paguéis a nadie mal por mal…” (Romanos 12:17)